Distribución de ostras y moluscos
Ostra rizada gallega
En los frescos y cristalinos mares de Galicia, donde las olas susurran secretos al viento, yace un tesoro oculto bajo la espuma salada. La ostra rizada gallega, con su caparazón de bordes irregulares, se adhiere a las rocas como un guardián de la profundidad, esperando paciente en su morada marina.
Su concha, cual escultura de la naturaleza, esculpida por las caricias del océano y el paso del tiempo, revela tonos perlados y grises que destellan con la luz del sol. En su interior, el misterio aguarda: un corazón nacarado que encierra la esencia misma del Atlántico.
Al abrirse, ofrece un banquete de sal y mar, un sorbo de eternidad en cada gota de su licor. Su carne, tierna y firme, cuenta historias de marea y calma, de tempestades y susurros subacuáticos. Es un bocado que transporta a quien lo prueba a los abismos de la naturaleza, a los días de lluvia y sol sobre las rías gallegas.
La ostra rizada gallega es más que un manjar; es un poema del mar, un canto a la vida que palpita bajo las olas, una joya nacida de la simbiosis entre el agua y la tierra, entre el esfuerzo humano y la generosidad del océano. Es el alma de Galicia en un caparazón, un tributo al sabor de la costa y al eco eterno de las mareas.
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